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Inauguración de la Escuela Itinerante de Derechos Humanos de los Pueblos, Comunidades Indígenas y Afromexicanas realizada en el Museo de las Culturas Populares


Primeramente quiero decir que agradecemos la invitación desde el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria OP, A.C. a participar de estos esfuerzos y espacios de formación especializada en temas relacionados con pueblos, comunidades indígenas y afromexicanas; ya que se vuelven valiosos por su alcance, y dan lugar, en primera instancia, al debate y al intercambio de saberes; y dan pie igualmente a que las personas participantes lleven lo aprendido a la práctica y, en un trabajo constante a que hagan de este país, un país de Derechos, en paz con justicia y dignidad.

Asimismo, creemos importante que se reconozca y convoque la participación de la sociedad civil organizada en procesos de esta índole, debido a que, desde su diversidad y complejidad, enriquece con sus aportes el trabajo de las instituciones gubernamentales. Se pone de relieve en esta Escuela, también el cuidado en la formación de personas funcionarios públicas, que día con día trabajan para atender las necesidades de los grupos que históricamente han sido marginados, y con su empeño, en el ámbito público, abonan al pleno ejercicio y garantía de los derechos humanos.

No dudamos que esta «Escuela Itinerante de Derechos Humanos de los Pueblos, Comunidades Indígenas y Afromexicanas», organizada por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, vale decir señor Presidente de esta Comisión y señora Cuarta Visitadora, muy seguramente hará posible, por un lado, profundizar nuestros conocimientos sobre los Derechos de Pueblos, Comunidades Indígenas y Afromexicanas, y por otro, problematizar las condiciones actuales de dichos grupos y sus derechos, al tiempo que reflexionaremos sobre la necesidad de ayudar a hacer posible, por ejemplo, que a los pueblos y comunidades se les reconozca en la Constitución como sujetos de derecho público. Para esto, es necesario contextualizar el proyecto de la Escuela en los retos que enfrenta el nuevo gobierno, de modo que se requieren actuaciones efectivas ante las legítimas y sentidas demandas de los pueblos, comunidades indígenas y afromexicanas; urge que, desde diversos ámbitos, se coadyuve al respeto de su autodeterminación.

Valdrá la pena también reflexionar cómo, desde y a la luz de los derechos, se requieren condiciones estructurales para la garantía de la dignidad y buen vivir de los pueblos, comunidades indígenas y afromexicanas, así como del cuidado de la naturaleza. Sin lugar a dudas, en la nueva administración se debiera buscar revertir las prácticas extractivistas neoliberales sin control, y que generan despojo de tierra y territorios. Si bien existe cierta ampliación de la intervención del Estado, ésta corre el riesgo de seguir la misma lógica desarrollista del siglo pasado, en la que el bienestar social es supeditado únicamente al crecimiento económico y transferencias asistenciales.

Este espacio formativo, será también ocasión de pensar en dónde radica el problema, y ampliar horizontes sobre la incompatibilidad de los derechos de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas con un paradigma neo-extractivo, ya que la defensa de los territorios que tradicionalmente ocupan los pueblos interesados, reconocidos en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, hoy por desgracia se confrontan a los intereses extractivistas de bienes comunes naturales y energéticos que se encuentran en las mismas tierras y territorios.

De modo que, se hace vital, frente a los atropellos de los derechos de las comunidades, también fortalecer los intercambios de saberes en torno a la Consulta previa, libre, informada y culturalmente adecuada. Insisto, y la constitución de los pueblos y las comunidades indígenas como sujetas de derecho público, porque muy seguramente así podrán asumir el control de sus propias instituciones, formas de vida y organizativas que mejor les convenga. En algo, estos cambios legales y de políticas públicas nos ayudan a saldar la deuda histórica que tenemos, por ejemplo, con los Acuerdos de San Andrés.

Intentando frasear a Boaventura de Sousa Santos, también requerimos una nueva concepción multicultural de los derechos humanos, y ver a éstos como herramientas que nos ayudan a consolidar la vigencia de las dignidad de los pueblos y el cuidado efectivo de la naturaleza.

En espacios formativos como el que ahora inauguramos, debemos avanzar en nuestro compromiso como personas defensoras de derechos humanos, funcionarias públicas o integrantes de comunidades hacia una verdadera justicia, un verdadero respeto de los derechos de los pueblos originarios y afros, e invitarnos contundentemente a solventar la deuda histórica que hoy seguimos teniendo con ellos.

Imagen destacada : Victor Manuel Chima

 

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