Recuperando la paz
RECUPERANDO LA PAZ Ciudad de México, 01 de marzo de 2017. (Participación de Miguel Concha Malo, director del Centro Vitoria en el Segundo Conversatorio: Ley de Seguridad Interior: Riesgos y alternativas, realizado en el Senado de México) Las reflexiones sobre la paz; sobre las formas de promoverla, preservarla, defenderla, mantenerla y sancionar su violación, son muy antiguas, y se encuentran en el pensamiento religioso, filosófico y jurídico universal desde que se tiene registro escrito. Sin embargo, los estudios sobre la paz y los instrumentos relativos a ella, se produjeron mayoritariamente hasta el desarrollo del derecho internacional de los derechos humanos, a partir de los conceptos sobre la guerra y la violencia. La paz, como un derecho de las personas y de los pueblos, comenzó a definirse a partir de la construcción doctrinaria que acompañó al surgimiento de la Sociedad de las Naciones en 1918. Ello no obstante, fue tras los horrores que significó la Segunda Guerra Mundial, cuando la paz se constituyó como un concepto positivo, fundamentado en resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Conferencia General de la Unesco, y los órganos regionales de carácter intergubernamental. Fue hasta décadas después de 1945 cuando la necesaria existencia de un derecho humano a la paz, de un derecho individual y colectivo a vivir en paz, siguió a la conceptualización de una nueva categoría de derechos humanos, los llamados derechos de la tercera generación, derechos de la solidaridad o de vocación comunitaria. Una resolución adoptada en 1976 proclamó ese derecho humano a la paz[1] que ha sido incorporado posteriormente a varias Constituciones de diferentes países, entre ellas la Constitución Colombiana (1991). La Declaración sobre la Preparación de las Sociedades para Vivir en Paz[2] sostiene que el derecho a vivir en paz es un derecho de todas las naciones y de todos los individuos. Posteriormente, en su artículo primero, la Declaración sobre el Derecho de los Pueblos a la Paz[3] proclama solemnemente que los pueblos de la tierra tienen un derecho sagrado a la paz. En el ámbito regional americano también se reconoce el derecho a la paz, mencionado por primera vez en una resolución de la Conferencia General del Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina, adoptada en la Conferencia de Quito, en 1979 (R.128.IV), la cual proclamó[4] el derecho de “todas las personas, los Estados y la Humanidad a vivir en paz”. También en el marco de la Organización de Estados Americanos, la Asamblea General de la OEA, en la Declaración de Caracas, reconoció en su párrafo 4°, en 1998, la existencia del derecho humano a la paz. En la Declaración de Oslo sobre el Derecho a la Paz de 1997, adoptada por la Unesco, la paz se define como un derecho humano inherente a la dignidad de todo ser humano, y también como un deber por parte del Estado. Por otra parte, la Declaración sobre la Preparación de las Sociedades para Vivir en Paz, de 1978, ya mencionada, establece como un derecho inmanente de las personas, los pueblos y toda la humanidad, el vivir en paz en su sentido más amplio, así como la tolerancia; la igualdad, sin discriminación alguna; la responsabilidad del Estado en la promoción de una cultura de paz, y la postura anti-armamentista y anti-belicista, como premisas indispensables del derecho a la paz. La Carta de las Naciones Unidas también ofrece fundamentos para construir la idea de la paz como un concepto positivo, pues lo contempla integrado por el respeto y la protección de los derechos humanos, el acatamiento del derecho internacional, el progreso social y la elevación del nivel de vida de la población, dentro del más amplio concepto de libertad. El derecho a la paz es un derecho tanto en el ámbito nacional como en el internacional. No puede haber paz sin derechos humanos, de la misma manera que no puede haber derechos humanos sin paz, referida a la vida interior de los Estados y a la situación internacional. El concepto de paz se ha convertido en positivo y dinámico, como un bien que no puede entenderse como la mera ausencia de guerra y comporta el respeto de los derechos humanos y el desarrollo integral de los pueblos, ya que siendo una aspiración universal de la humanidad, forma un todo indisoluble con el desarrollo socioeconómico, la justicia y el respeto a los derechos humanos. La paz no es un valor que pertenezca únicamente a las relaciones internacionales, ni mucho menos un asunto que deban pactar quienes ostentan el poder. Es sobre todo un derecho humano del que todas las personas, los grupos y los pueblos somos titulares. Todas y todos tenemos derecho a vivir en paz; todas y todos tenemos derecho a una paz justa, sostenible, duradera, y con dignidad. La paz no es solo la ausencia de conflictos armados internos o internacionales. La paz es un concepto mucho más amplio y positivo que engloba el derecho a ser educado en y para la paz; el derecho a la seguridad ciudadana, e incluso humana; y a vivir en un entorno seguro y sano, así como el derecho al desarrollo y a un medioambiente sostenible; el derecho a la desobediencia civil y a la objeción de conciencia frente a actividades que supongan amenazas contra la paz, y el derecho a la resistencia contra la opresión de los regímenes que violan derechos humanos. Sí, esto último también se incluye en nuestro derecho a la paz. El derecho colectivo de la humanidad, de los Estados, de las naciones, de los pueblos y de las minorías a la paz, es también, necesariamente, el derecho individual de todos y cada uno de los seres humanos a la paz. Sólo concibiendo el derecho a la paz como un derecho humano, que une su carácter individual al colectivo, éste adquiere su plena y total significación. La paz es la premisa para el ejercicio de todos los derechos humanos, y al mismo tiempo puede ser considerado como un derecho humano, que para su ejercicio requiere
Derechos Humanos y crisis civilizatoria
DERECHOS HUMANOS Y CRISIS CIVILIZATORIA Ciudad de México, 23 de febrero de 2017. 1 CRISIS DE CIVILIZACIÓN En octubre del 2008 el también fundador del Centro de Estudios Tricontinentales de la Universidad de Lovaina, Bélgica, y Miembro fundador y directivo de los Foros Sociales Mundiales, así como vicepresidente del Foro Mundial de Alternativas, Francois Houtart, advertía en la Comisión de las Naciones Unidas sobre la Crisis Financiera y Monetaria Internacional (Comisión Stiglitz) que el mundo no sólo tiene necesidad de regulaciones, sino de alternativas, pues no basta recomponer un sistema, sino que hay que transformarlo. Y que ello constituye un deber moral que sólo puede comprenderse adoptando el punto de vista de las víctimas, el cual permite poder hacer una constatación y formular una convicción, si es que no quiere encontrarse uno el día de mañana en una crisis peor que la que ahora estamos experimentando, ni dejar pasar la oportunidad de introducir todavía a tiempo cambios importantes en la convivencia humana. La constatación de que el conjunto de las crisis que padece hoy la humanidad, la financiera, la económica, la alimentaria, la energética y la climática, tienen una misma causa, ya que asistimos a una verdadera crisis de civilización. Y la convicción de que somos capaces de transformar el curso de la historia si no renunciamos a la razón y no seguimos desdeñando la ética. Para ello es indispensable, propone, el establecimiento de regulaciones que no simplemente mantengan el nivel real de rendimientos, sin tomar en cuenta lo que él llama las “externalidades”; es decir, lo que no entra en los cálculos contables del capital, y cuyo costo deben seguir pagando las colectividades y los individuos. Medidas concretas escalonadas en el tiempo que consideren las “externalidades” ecológicas y sociales que involucra, y que permitan a largo plazo una transformación radical que ofrezca a la crisis una salida que no sea la guerra, ni la continuidad de la lógica destructora de la vida. Y en un texto publicado recientemente, el también científico social Boaventura de Souza Santos expresa igualmente que todas las violaciones de derechos humanos que se dan hoy en el planeta están relacionadas con el neoliberalismo, la versión, también para él, más antisocial del capitalismo en los últimos cincuenta años. “En el norte –dice–, el neoliberalismo impone la austeridad a las grandes mayorías y el rescate de los banqueros, sustituyendo la protección social de los ciudadanos por la protección económica del capital financiero”. “En el sur –sigue diciendo–, el neoliberalismo impone su avidez por los recursos naturales, sean los minerales, el petróleo, el gas natural, el agua o la agroindustria. Los territorios pasan a ser simplemente tierra, y las poblaciones que en ellos habitan obstáculos para el ‘desarrollo’ (él lo pone entre comillas) que es necesario promover ‘lo antes posible’”. Lo que implica que nos encontramos inmersos en un sistema irracional y contradictorio en sí mismo, cuyos efectos y presuntas medidas para corregirlos son la depredación de la naturaleza y el aniquilamiento de las condiciones de la vida. Y ello por su lógica interna, que ha venido disminuyendo y excluyendo la importancia de los fines, propia de los seres humanos. Contra lo cual se impone una consideración sobre la ética y un uso racional de la inteligencia, más allá de su empleo puramente instrumental. 2. EL PROCESO DE GLOBALIZACIÓN Y LOS DERECHOS HUMANOS En concordancia con estos planteamientos, desde hace ya algunos años Franz J. Hinkelammert escribió, en el No. 79 de la Revista Pasos, del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) en San José, de Costa Rica (septiembre-octubre de 1998), un incisivo artículo que lleva por título “El proceso de globalización y los derechos humanos: la vuelta al sujeto”, del que para los efectos de esta ponencia pienso que es muy útil transcribir literalmente algunos párrafos. Recurro pues a su texto. Lo que ocurre con los derechos humanos en el actual proceso de globalización, describe lo que ocurre con los seres humanos, vistos como seres humanos naturales —cuerpos hablantes— bajo el impacto de las lógicas reales producidas por este proceso. Hablar de estos derechos humanos, significa hablar de la dignidad humana amenazada y violada por un sistema que se desarrolla con alta dinámica según sus leyes propias, las cuales pasan por encima de los seres humanos. En América Latina la estrategia de la globalización fue impuesta por los tal llamados ajustes estructurales Los ajustes estructurales se refirieron especialmente a tres dimensiones de la sociedad: a) La apertura tendencialmente ilimitada para el capital financiero y las corrientes de divisas y mercancías. b) La reestructuración del Estado en la dirección de un Estado policial y militar. Pareció entonces que el Estado policial significa libertad, y el Estado social, esclavitud. Se le quitaron al Estado las funciones de la política de desarrollo y de la política referente a la infraestructura económica y social. De eso se derivó la privatización de las propiedades públicas, lo que resultó en una nueva acumulación originaria. c) La flexibilización de la fuerza de trabajo, que trae consigo la anulación de derechos de importancia decisiva resultantes del contrato de trabajo como la protección frente al despido y la protección de la mujer, pero también de los niños, etc. Las seguridades sociales son disueltas y los sindicatos debilitados, muchas veces hasta disueltos. La imposición de estas medidas de ajuste estructural es acompañada en la mayoría de los países de América Latina por el terrorismo de Estado. El terrorismo de Estado mantiene hoy una importancia clave en la estrategia de globalización, especialmente en Colombia y México. Desde el punto de vista que nos interesa, esta eliminación de las distorsiones del mercado tiene una importancia central. La lógica real del proceso de globalización se expresa más nítidamente en términos de la eliminación de las distorsiones del mercado. El engranaje del mercado aparece como una gran maquinaria computacional que necesita ser perfeccionada. Las llamadas distorsiones, son considerados elementos de fricción para este funcionamiento. Sin embargo, una máquina tiene que funcionar con un mínimo de fricciones. Eliminarlas, significa mejorar su desempeño.
MANIFIESTO A LA NACIÓN: Construyamos el futuro de México
MANIFIESTO A LA NACIÓN. CONSTRUYAMOS EL FUTURO DE MÉXICO Ciudad de México, 31 de enero de 2017. Nos hemos convocado para manifestar nuestro descontento y nuestro rechazo ante la situación actual de nuestro país, propiciada por las erráticas decisiones gubernamentales. Pero también nos reunimos para presentar propuestas realistas que hagan frente a la crisis actual, la que se agravará si no tomamos el futuro de México en nuestras manos. Para ello proponemos: 1. El exorbitante aumento al precio de las gasolinas ha detonado un justificado y amplio descontento social. Detrás de estos acontecimientos hay una causa evidente: la crisis económica que está propiciando una crisis social. El hartazgo popular expresado en todo el país es también por el desempleo, la miseria, la demagogia, la corrupción, la impunidad y los privilegios de la clase política y, ahora, por la humillación de que somos objeto por el Presidente de Estados Unidos, con declaraciones y acciones violatorias del derecho internacional. El gobierno de México, el Congreso de la Unión y los partidos políticos no han sido capaces de ofrecer una alternativa digna. No podemos continuar por la desgastada vía de simulación con los pactos corporativos carentes de representatividad y de poder vinculante, en los que no participa la sociedad. Urge rectificar la senda. Para ello es indispensable que como sociedad construyamos el país que anhelamos. 2. Lo que está ocurriendo es claro, el modelo económico y político que se ha seguido, no sólo ha profundizado las brechas sociales, sino que es inoperante y está agotado. Lo peor de la crisis aún está por venir si no actuamos para cambiar las políticas instrumentadas hasta ahora. Urge que la sociedad construya un programa, desde lo inmediato y en el mediano plazo, que sea capaz de contender con la crisis internacional en la que estamos insertos. Un programa que vaya más allá de los intereses de unos cuantos, que se fundamente en la garantía de todos los derechos humanos, tanto los civiles y políticos como los económicos, sociales, culturales y ambientales, para toda la población. Derechos que han sido conquistados por los trabajadores del campo y la ciudad, por las mujeres, por los jóvenes y por muchos actores de la sociedad. 3. El punto de partida tiene que ser una nueva política económica y social, que reformule la estrategia energética, que desarrolle fuentes alternativas, que reconstruya PEMEX y que optimice el uso de toda su capacidad instalada, en particular la de refinación, para que así se disminuyan los volúmenes de importación para ofrecer gasolinas a menor precio. Hay que echar atrás las decisiones tomadas que propiciaron el incremento en el precio de los combustibles. Para revertir la reforma, hacemos nuestra y apoyaremos la petición formulada por ciudadanos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en marzo de 2015, ante la negación del derecho a la consulta popular en materia energética. 4. Tenemos que construir el desarrollo sustentable que, centrado en el bienestar social, recupere la capacidad de producción industrial, que esté fincado en el mercado interior y, para ello, favorezca salarios, el poder adquisitivo, la plena ocupación con trabajo digno e igualdad de oportunidades para mujeres y hombres, erradicando la discriminación por razones de género. 5. Para satisfacer las necesidades alimenticias básicas de toda la población se requiere reactivar la producción del campo, principalmente la de los pequeños y medianos productores con la inversión pública, el financiamiento, la comercialización y la adecuada protección en el mercado internacional. Se debe renegociar los términos de intercambio del capítulo agropecuario del TLCAN y sustituir las crecientes importaciones de granos básicos con el fomento de la producción nacional. Sólo con soberanía alimentaria se podrá negociar dignamente con otras naciones. 6. La reconstrucción nacional a la que convocamos no es sólo económica, requiere que el país levante su mirada con una sólida educación pública, con la recuperación y fomento de la cultura, el desarrollo de la investigación científica y tecnológica. Que se fortalezca la deteriorada salud de la población, no con medidas paliativas sino con instituciones que sean la garantía del derecho a la verdadera seguridad social. Todo ello con igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, el campo y la ciudad, los jóvenes y los viejos. 7. La transición política quedó inconclusa. Hacer posible todo lo anterior requiere democratizar el régimen político a través de la supresión de los controles corporativos y con el equilibrio entre poderes y órdenes de gobierno, pero con predominio de la sociedad en las decisiones, que resulte en políticas públicas para la sociedad y no para los intereses de quienes gobiernan. La democracia tiene que llegar al conjunto de las entidades de la federación, no sólo para hacer real la alternancia, sino para hacer valer preceptos como la rendición de cuentas y la transparencia en el funcionamiento de los gobiernos, para hacer efectiva la vigilancia de la ciudadanía que erradique la escandalosa corrupción. 8. La ausencia de seguridad ciudadana es la muestra más clara de la ineficacia del régimen político. La solución no es la militarización del país como lo propone la iniciativa de Ley de Seguridad Interior que abiertamente rechazamos. Necesitamos terminar ya con la sistemática y reiterada violación a los derechos humanos, demandamos que se aclaren las gravísimas afrentas como las de Ayotzinapa, la guardería ABC, Nochixtlán y Tlatlaya. Que se libere a los presos políticos. Que se termine de una vez con la cruel violencia de género ¡ni un feminicidio más! 9. Lo que hagamos en el país determinará su ubicación en la arena internacional, se debe actuar y, en su caso, negociar con firmeza y dignidad, rindiendo cuentas de lo negociado a toda la sociedad, no sólo a las élites, con ello el gobierno de México se diferenciaría del estilo del gobernante norteamericano que no escucha a los ciudadanos que se manifiestan, ni a las distintas expresiones de la opinión pública. Se requiere de la unidad, pero en torno de un nuevo proyecto de nación. No aceptaremos una negociación en los mismos términos que han conducido a la situación actual. Necesitamos
Mensaje de Fray Miguel Concha Malo, O.P. con ocasión del Acto Ecuménico de memoria y esperanza realizado en México el pasado 1 de diciembre por el fallecimiento del Comandante Fidel Alejandro Castro Ruz
MENSAJE DE FRAY MIGUEL CONCHA MALO, O.P. CON OCASIÓN DEL ACTO ECUMÉNICO DE MEMORIA Y ESPERANZA REALIZADO EN MÉXICO EL PASADO 1 DE DICIEMBRE POR EL FALLECIMIENTO DEL COMANDANTE FIDEL ALEJANDRO CASTRO RUZ Ciudad de México,01 de diciembre de 2016. Agradezco a todas las Iglesias, denominaciones y organizaciones cristianas y religiosas su fraternal invitación a participar en el acto ecuménico con ocasión de la partida a la historia viva, no muerta, como lo hemos podido atestiguar con ejemplaridad y asombro en estos mismos días en el pueblo cubano, con motivo de la celebración de sus exequias. Lo hago con gusto por medio de este breve mensaje. Teniendo en cuenta que a ninguna persona, con excepción del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, se le puede juzgar por todos y cada uno de sus actos, lo que sería claramente injusto, sino por la trayectoria, el vector profundo de toda su vida, también en estos días un concierto plural de voces, creyentes y no creyentes, cristianas y pertenecientes a otras confesiones religiosas, provenientes de todo el mundo y pertenecientes a distintos círculos y grupos de nuestra común humanidad, han venido subrayando las características y cualidades políticas y culturales, pero sobre todo éticas de ese coloso universal que fue el Comandante de la Revolución Cubana, el Dr. Fidel Alejandro Castro Ruz, extraídas, fundamentadas y alimentadas constantemente de diversas fuentes, incluso cristianas y evangélicas como algunos y algunas de nosotros lo podemos también atestiguar. Entresaco algunas de ellas que me parecen dignas de ser subrayadas, para poder seguir nutriendo nuestro compromiso cristiano, eclesial y humano por otro mundo posible, en medio de las adversidades y tinieblas de este Siglo XXI. Su pasión ética e insobornable por la justicia, particularmente la social, en la que también lo inspiraron la figura y enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. Su defensa indeclinable de la dignidad siempre amenazada de todas las personas y del pueblo cubano, en un mundo que la pospone al último lugar de sus prioridades, si es que no considera a muchos seres humanos como descartables, como afirma el Papa Francisco. La defensa inclaudicable de su soberanía y su derecho insobornable a la autodeterminación, condición indispensable para el respeto de todos los demás derechos. Su celo por asegurar en toda circunstancia el cumplimiento cabal de los derechos humanos a la salud y a la educación del pueblo, como lo han reconocido ampliamente distintas instituciones de la Organización de las Naciones Unidas. Su dedicación por descubrir en el estudio asiduo las causas estructurales y coyunturales que generan la explotación y exclusión de las personas y cancelan sus derechos. La solidaridad con todos los pueblos que luchan por su liberación, y su generosidad por colaborar en la solución de las necesidades sociales apremiantes de los pobres más allá de sus fronteras. Su lucha internacional por la paz y sus agudas y certeras advertencias acerca de todos los factores que la amenazan y comprometen el destino futuro de la humanidad. Su aprecio en fin de la ciencia y la cultura, así como los valores cristianos y religiosos, particularmente a partir del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. Su apertura al diálogo y su cercanía con distintos representantes de Iglesias cristianas y líderes religiosos, incluidos varios Papas de la Iglesia católica, entre ellos San Juan XXIII, San Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco. Su aprecio también y solidaridad desde hace años con varias comunidades cristianas y religiosas que realizan su trabajo en Cuba. Su acogida en los últimos años a muchos pastores y ministros religiosos extranjeros deseosos de ejercer su labor pastoral en Cuba. En este acto ecuménico, en el que también se elevan con fe plegarias al Dios, Padre y Madre nuestra de la Misericordia y la Justicia por el pueblo cubano y por el eterno descanso del Comandante Castro, no puedo dejar de hacer mención de Don Sergio Méndez Arceo, VII Obispo de Cuernavaca, quien seguramente si viviera estaría participando con gusto en ese Encuentro Ecuménico, pues es también histórica la entrañable amistad y respeto que durante muchos años lo ligó a él con el Comandante Castro, y por él con varios de sus ministros, y también el cariño, respeto y aprecio que éste le tuvo por su honestidad, sinceridad y comprensión. Tratándose de un Obispo siempre fiel a su Iglesia, puedo asegurar que de ello la primera beneficiaria, aunque así no se haya reconocido siempre, fue la propia Iglesia católica en Cuba. Son muchos los recuerdos que en este sentido se agolpan ahora en mi mente, pero como Frei Beto los dejo para otra ocasión. Que Dios nuestro Padre y Madre tenga misericordia de nuestro estimado amigo el Comandante Castro, y más que nada que no deje de su mano al pueblo cubano. Imagen: Invitación Entradas relacionadas: Ciudadanos y constitución de la CDMX Diálogos sobre protesta social No discriminación por razón de edad La Constitución de la CDMX, a debate Megatratados comerciales y soberanía alimentaria El derecho negado a quienes sobreviven en las calles Libre comercio y movilidad humana Tercera cumbre mundial sobre el hábitat Por el maíz y la milpa Miscelánea legislativa por las víctimas