Desde su consistente evolución institucional, hoy Serapaz entiende su servicio a la paz, la justicia, y la dignidad de las personas y colectivos mediante el fortalecimiento de actores sociales, a través de la promoción y articulación de procesos e iniciativas civiles..

Editoriales | Columna semanal de Fr. Miguel Concha en La Jornada

Web original | Imagen : Serapaz

Por: Miguel Concha

Sábado 08 de mayo de 2021

Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz) es una muy original organización no lucrativa de la sociedad civil, fundada bajo la inspiración y por iniciativa de don Samuel Ruiz García, obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el 6 de marzo de 1996. Está cumpliendo 25 años de su ejemplar y fructífera existencia. Desde la opción por los pobres, en particular de los pueblos indígenas, y con base en una dinámica liberadora, se identifica como un actor constructor de paz, para la que los conflictos son una expresión de estructuras sociales que generan desigualdad, empobrecimiento e injusticia, y por ello busca cambiarlas mediante la transformación positiva de los conflictos a través de cauces políticos y no violentos.

Desde su consistente evolución institucional, hoy entiende su servicio a la paz, la justicia, y la dignidad de las personas y colectivos mediante el fortalecimiento de actores sociales, a través de la promoción y articulación de procesos e iniciativas civiles, el análisis y el diseño estratégico de acciones, la formación y capacitación de los mismos, la investigación y producción editorial y, sobre todo, la intervención respetuosa y cualificada en procesos de transformación de conflictos sociales. A través de servicios y asesorías en temas como análisis, formación, diseño de estrategias, construcción de consensos, facilitación de diálogos y mediación, Serapaz busca siempre fortalecer a los actores sociales en su intervención en conflictos desde una clara opción por los pobres, con un enfoque integral, de largo alcance, alternativo, fundado en valores para transformar positivamente los conflictos que generan situaciones de desigualdad e injusticias, y entiende su misión como la contribución a la generación de condiciones políticas para el diálogo.

Considera necesario incidir en las condiciones más amplias de lucha y transformación social, por lo cual busca en todo momento promover una cultura de paz basada en la búsqueda continua de justicia y el cumplimiento de los derechos humanos, así como en el impulso de tendencias y actitudes favorables al diálogo y al cambio positivo de conflictos. Es importante destacar que fue a raíz de la crisis del proceso de paz en Chiapas, por el incumplimiento del gobierno de los Acuerdos de San Andrés, cuando Serapaz decidió incursionar en otros conflictos en la nación. Con su experiencia en el proceso de paz en Chiapas se convirtió en una organización pionera en el vínculo concreto entre la paz, los conflictos y los derechos humanos, con base en la maduración de los sujetos sociales.

Sin embargo, para la tarea de construcción de paz y transformación positiva de conflictos, el momento actual es particularmente desafiante. Si bien se mantienen las causas estructurales y problemáticas que dan origen a numerosos conflictos sociales en defensa de los territorios, de los derechos sociales y colectivos, de las condiciones democráticas, del acceso a la justicia y la verdad para las víctimas de la violencia social e institucional, así como de la emergencia por el reconocimiento de diversas identidades y la promoción de la verdadera igualdad en las relaciones de género, generacionales e interculturales, entre otras agendas, lo cierto es que ahora, además de nuevas problemáticas y conflictividades producidas por la crisis sanitaria y económica, la manera de abordar estas disputas está inmersa en una dinámica de confrontación muy compleja.

Son tiempos de una gran fragmentación y polarización social y política. Las distintas lecturas de la realidad, posturas y exigencias se plantean como definiciones absolutas, cargadas de una gran emocionalidad, que permea no sólo la vida política, sino las relaciones sociales. Quizá la distancia más importante no es la física, que hemos aceptado necesariamente como resultado de la pandemia, sino las barreras de comunicación por la separación física, la falta de escucha y diálogo en la conversación pública y privada, la sobreinformación y desinformación, la pérdida de referentes comunes para el análisis de los problemas y de alternativas.

La construcción de paz requiere ubicarse por fuera de la polarización, con una mirada integral y de largo alcance, para abordar la conflictividad. Una mirada que permita que aquello que hacemos ahora frente a las diversas crisis que se expresan en la cotidianidad, aporte en su contenido y proceso a los cambios necesarios en la coyuntura actual y de cara al futuro, reconociendo también en los conflictos a los sujetos sociales y las oportunidades de transformación social.

Para la misión de Serapaz en este contexto, la construcción de paz en el día a día apuesta por una paz verdadera, trabajando por ello desde un contexto de paradigmas y estrategias que nos permitan acercarnos a las formas de convivencia fundadas en la democracia, la justicia, la libertad, la igualdad, la dignidad, y el pleno ejercicio de los derechos individuales y colectivos.

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