Debemos reconocer la capacidad de agencia en la construcción de la sociedad de las diversas juventudes, parte activa y viva en la resolución de problemas.

Editoriales | Blog «La dignidad en nuestras manos» del Plumaje de Animal Político

Web original | Imagen : CDHVitoria

Por: Ivonne Quintana y Mariana Bermúdez

04 de septiembre de 2021

El pasado 12 de agosto se celebró el Día Internacional de las Juventudes, fecha que reconoce las potencialidades de las mismas como personas con capacidad de agencia en la construcción de la sociedad y como parte activa en la resolución de las problemáticas que enfrentan. Sin embargo, es importante mencionar que definir a las juventudes resulta complejo debido a las características, roles, estereotipos y  prejuicios que se interrelacionan a partir de la visión adultocentrista y de las condiciones sociales, históricas y culturales en donde se ha posicionado a este grupo etario.

Lo anterior se puede observar en las narrativas construidas en la pandemia por la COVID-19 en México, ya que en su comienzo la población identificada en situación de mayor riesgo de contagio habían sido las personas adultas mayores, para quienes se destinaron acciones específicas de atención y prevención de la transmisión del virus. Mientras que a las juventudes se les reconocía como el grupo “más fuerte” ante la situación, generando la ausencia de medidas enfocadas a sus necesidades e impactos diversos en otros ámbitos de sus vidas.

Ello provocó la perpetuación de estereotipos sobre las personas jóvenes ante un contexto de vulnerabilidad. Asimismo, resultó preocupante la ausencia del enfoque de las juventudes en las medidas sanitarias, siendo actualmente las más afectadas por el virus, pues representan el 24.6% del total de la población, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) del 2018.

En ese sentido, por las omisiones de la perspectiva de juventudes y acciones particulares en las medidas destinadas a la prevención y atención de la pandemia por la COVID-19, se constituyeron violaciones a derechos humanos hacia las y los jóvenes en tanto no se garantizaron las obligaciones del Estado mexicano para proteger y respetar sus derechos. Aunado a ello, hay una carencia en la implementación de dicho enfoque en las estadísticas y las políticas públicas, por lo que las necesidades y problemáticas de las juventudes quedan invisibilizadas en el contexto mexicano actual e histórico.

A raíz de ello, desde el Centro de Derechos Humanos “Fray Francisco de Vitoria OP”, A.C. se realizó una investigación para identificar los impactos generados por la COVID-19 en las juventudes mexicanas, así como en analizar las posibles violaciones a sus derechos humanos en los ámbitos relacionados con el derecho a la educación, el empleo, la salud, la libertad de expresión y, la participación política y social desde la perspectiva de juventudes y de derechos humanos. Se construyó mediante un instrumento de medición en línea en el cual participaron 205 jóvenes de 18 a 29 años, pertenecientes a 27 estados de la República mexicana, en donde predominaron personas con estudios de licenciatura y una representación mayoritaria de mujeres.

Algunos de los hallazgos identificados en el informe son:

En consecuencia, las y los jóvenes enfrentan retos complejos a causa de las vulnerabilidades originadas por las discriminaciones y las violencias sistemáticas e históricas de las que son víctimas, cuyas realidades han sido visibilizadas y agudizadas por la pandemia y las crisis mundiales que la acompañan. Además, se convierten en una generación con latente preocupación en cuanto a sus oportunidades laborales y educativas en el futuro debido a las limitaciones y complejidades evidenciadas en la pandemia por la COVID-19 para su desarrollo pleno e integral.

Por ende, es necesario atender las demandas y necesidades para este grupo etario mediante políticas públicas y acciones focalizadas, contextuales, integrales y con perspectiva de juventudes, ya que pareciera no ser prioridad para el gobierno mexicano. Asimismo, generar espacios y mecanismos de incidencia para las personas jóvenes, para su reconocimiento como agentes transformadores y participantes en la construcción de sociedades equitativas, solidarias, empáticas y resilientes ante los cambios estructurales para un futuro incluyente y garante de sus derechos humanos.

* Ivonne Quintana y Mariana Bermúdez colaboran en el @CDHVitoria.

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