La Campaña Sin Maíz no hay País celebra por décimo año el Día Nacional del maíz y reafirma el derecho universal a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad con agricultura campesina e indígena, y asegurando la soberanía nacional.

Ante el desastre que desde hace más de 30 años ocasionaron las  políticas anti-campesinas, el mandato popular de las recientes elecciones obliga a la construcción de un nuevo modelo donde las personas y los sujetos colectivos, con todas sus demandas, estén representados en el Plan Nacional de Desarrolloorientado a reactivar la producción campesina e indígena con el maíz como eje y la milpa como sistema de vida.

Mantendremos, de forma organizada y colectiva la tierra, el territorio y el agua ante la depredación por mega-proyectos, los cuales ponen en riesgo lo necesario para sembrar, comer y vivir. Las políticas neoliberales sólo han protegido la agricultura agroexportadora e industrial concentrada en pocos estados y en pocas manos; en tanto que la mayoría de las unidades campesinas e indígenas de producción han sido excluidas[1]. Seguimos defendiendo la producción campesina e indígena –de pequeña y mediana escala- de  maíz nativo, que preserva la gran agrobiodiversidad del campo mexicano, el agua y los bosques; además, representa un modo de vida alternativo al capitalismo, en grave crisis.

La sangre derramada en esta tierra, las desapariciones -como las de los 43 estudiantes de Ayotzinapan, que aún hoy nos faltan-, junto al dolor ocasionado por el  narcotráfico y la delincuencia organizada tiene una razón que se resume en la política de abandono y despojo de la los territorios campesinos e indígenas. Reactivar la economía y la producción en estos territorios  es la única salida para desterrar la violencia, frenar la migración forzada de jóvenes y familias enteras, fortalecer el tejido comunitario, así como para detener la absurda muerte por mal comer en la cuna del maíz.

El derecho a la alimentación se ha ganado por la sociedad y debe asegurar la disponibilidad y la accesibilidad de comida sana a toda la población con equidad y justicia. Los campesinos pueden asegurar este Derecho con el apoyo decidido del gobierno, que también debe combatir los monopolios agroalimentarios para evitar el acaparamiento y la especulación con alimentos, así como, la venta de alimentos de pésima calidad.

Es impostergable garantizar el principio de equidad en las políticas rurales, así como los derechos humanos, ciudadanos y laborales de personas jornaleras agrícolas, de las mujeres, los migrantes, de pueblos originarios, y trabajadores y trabajadoras del campo.

Las consecuencias tanto en el campo como en nuestra mesa han sido nefastas, en tanto, grandes empresas trasnacionales extranjeras y mexicanas se benefician con incrementos constantes de sus ganancias gracias a la oferta de productos dañinos.

La sustitución de la tortilla de maíz en la dieta permitió el ingreso de productos con sustancias riesgosas por tanto, el cambio en la alimentación explica en buena medida siete de las diez principales causas de muerte relacionadas con la comida, ahora con peores consecuencias entre familias campesinas y de pueblos originarios donde los servicios de salud suelen ser carentes de acceso y calidad para prevenir muertes por mala alimentación.

De recuperar maíz y frijol como base de una nueva canasta alimentaria conforme a derecho, sería posible construir un panorama de salud a favor de los mercados locales, la cultura, el paisaje y la identidad alimentaria. De igual manera es preciso, proteger el derecho de las y los consumidores para prohibir la publicidad engañosa de comida «chatarra» que invisibiliza el riesgo de los productos ultra-procesados que han desplazado al maíz en todas sus variedades.

Es urgente contar con una estructura sólida de vinculación intersecretarial con el objetivo de hacer funcionar un sistema alimentario para asegurar la reserva, distribución y abasto de maíz y productos de la milpa, cercano a los hogares donde pueda consumirse a diario y sea el punto de partida de una economía territorial creciente y sustentable.

¡Con maíz y milpa hay país!

Llamamos a las mexicanas y los mexicanos a unirnos en un permanente proceso de lucha por las siguientes demandas:

  1. Vigilar que el Poder Ejecutivo actue a favor del Derecho universal a la Alimentación y que defienda el interés público en todos los ámbitos y niveles, lo cual implica dejar inmediata y definitivamente de trabajar y litigar a favor de las corporaciones[2].

2. Destinar prioritariamente los subsidios gubernamentales a la agricultura campesina e indígena cuyos cultivos nos alimentan de manera sana y diversa.

3. Sacar al maíz y al frijol del TLCAN y del Acuerdo Transpacífico (TPP11). Instalar un mecanismo permanente en el Congreso de la Unión para administrar las importaciones y exportaciones de maíz, frijol y sus derivados.

4. Prohibir la siembra de maíz transgénico de todos los productos agrícolas genéticamente transformados, para proteger y mejorar el patrimonio genético de los maíces y productos originarios junto con un incentivo a la producción de maíces nativos.

5. Prohibir a los agrotóxicos, particularmente los plaguicidas altamente peligrosos como el glifosato[3], los que pueden causar la muerte a las abejas y otros polinizadores y de los prohibidos en otros países y autorizados en México

6. Aplicar inmediatamente el Principio de Precaución y los instrumentos y recomendaciones internacionales de protección a nuestros cultivos[4] y de los relatores especiales de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación[5]

7. Elaborar un nuevo marco legal  de leyes, reglamentos y normas basado en la ética y la protección de los bienes comunes, de los derechos humanos individuales y colectivos a un ambiente sano, a una alimentación sana, a la biodiversidad, a la libre circulación de las semillas, a la información y a la autodeterminación de los pueblos. Una legislación a la altura de un país centro de origen, megadiverso y pluricultural, y su aplicación sin reserva por parte del Ejecutivo; así como el respeto de todos estos derechos por el Poder Judicial en todas las sentencias dictadas.

8. Abrogar los decretos presidenciales para devolver la veda a acuíferos. Prohibir el fracking y otras concesiones contaminantes para impedir la privatización del agua y asegurarla para las comunidades y poblaciones en primera instancia y en segundo lugar para la producción de alimentos que aseguren el Derecho a ala Alimentación.

9. Realizar estudios científicos pertinentes y libres de conflicto de interés para detectar tanto la presencia de transgénicos en el campo y alimentos, así como sus impactos en la salud humana y animal. Impulsar investigaciones sobre modelos tecnológicos para establecer un diálogo urgente de saberes entre ciencia y conocimiento campesino.

10. Integrar la alimentación campesina como principio básico de prevención y control de las enfermedades más costosas[6] junto a un Programa Campesino de Atención a Diabetes y Obesidad.

11. Determinar la lista de Alimentos Estratégicos[7] Mexicanos con base en el maíz y frijol para la formulación de una Canasta Alimentaria Mexicana por derecho.

12. Garantizar la operación intersecretarial agro-alimentaria, gracias a mecanismos públicos de vinculación entre las dependencias de gobierno para proteger el alimento desde la producción hasta el consumo.

En la Décima celebración del Día Nacional del maíz y a once años de la fundación de la Campaña Sin Maíz no hay País nos proponemos ampliar nuestras redes a otras luchas hermanas. Convocamos al pueblo mexicano para hacer presencia ciudadana y ejercer nuestro derechos: a la alimentación y a seguir siendo campesinos;  a trabajar como milpa conjuntando las diferencias para tejer una sociedad que sostenga esta Nación; y comer con bienestar en este suelo; a unir el campo, el mar y las ciudades en una mazorca como símbolo de la coincidencia por la defensa de la vida y sobre todo, a celebrar al maíz cada día, en cada mesa y en cada plato.


[1] Datos oficiales de SAGARPA demuestran (2017) cómo cinco entidades del norte del país (Sinaloa, Chihuahua, Tamaulipas, Sonora y Jalisco) que contienen al 9% de las unidades productivas que existen en el país concentraron más del 40% del presupuesto, mientras que en 16 entidades del país (la mayoría del centro y sur), donde se localizan el 42.6% de las unidades productivas sólo les llegó alrededor del 20% del presupuesto.

[2] El caso desde 2013 de las secretarías de Agricultura y Medio Ambiente (SAGARPA y SEMARNAT) en contra de la Demanda Colectiva contra el maíz transgénico en México y la Medida Precautoria de suspensión de su siembra, litigando con recursos públicos a favor de Monsanto, Dow AgroSciences, Syngenta y PHI-Pioneer-Dupont.

[3]  El herbicida glifosato, reconocido por la OMS como probable cancerígeno en humanos.

[4] El Principio de Precaución reconocido en la Declaración de Río (1992) / El Convenio de Diversidad Biológica (1993) y el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología (2003) / La cláusula de protección especial considerada en el Protocolo de Cartagena para los países centros de origen y diversidad / Las recomendaciones de la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte (2004) en el sentido de prohibir la siembra de maíz transgénico en México / Las recomendaciones de los jueces del Tribunal Permanente de los Pueblos – Capítulo México (2013-2014) de prohibir el maíz transgénico en el país.

[5] Por ejemplo los informes de la relatora Hilal Elver sobre plaguicidas  http://www.fao.org/agroecology/database/detail/es/c/878387/  y los de Olivier de Schutter sobre agroecología, entre otros.http://www.srfood.org/es/informe-la-agroecologia-y-el-derecho-a-la-alimentacion

[6] Tan sólo por Diabetes sin control mueren 100 mil personas, hay más de 75 mil amputaciones y más de 70 mil nuevos casos de insuficiencia renal.

[7] Los Alimentos Estratégicos Mexicanos tienen 6 características: Originarios mexicanos, altamente nutritivos, de producción limpia y justa, culturalmente aceptados, disponibles y accesibles todo el año y con mínimo nivel de procesamiento.