El Consejo Regional Indígena y Popular Xpujil fue reconocido recientemente con el Premio Nacional de Derechos Humanos, conoce su labor en defensa de la autonomía y libre determinación de los pueblos.

Editoriales | Columna semanal de Fr. Miguel Concha en La Jornada

Web original | Imagen: UAEM

Por: Miguel Concha

07 de mayo de 2022


l legado de don Sergio Méndez Arceo, séptimo obispo católico de Cuernavaca, continúa animando la organización popular y comunitaria de los pueblos, y entretejiendo las luchas sociales en apoyo a grupos marginados, para la defensa de la dignidad humana y fortalecer la construcción de un mundo más justo.

Prueba de ello es el Premio Nacional de Derechos Humanos que lleva su nombre, un reconocimiento no sólo a la memoria de quien fuera impulsor de la teología de la liberación y del llamado progresismo católico, sino además de la solidaridad entre las organizaciones, colectivos y personas que se dedican a la defensa y promoción de los derechos humanos en el país. Después de una pausa por la pandemia de covid-19, el pasado 30 de abril se llevó a cabo la 28 entrega del galardón en las instalaciones de la Universidad La Salle, campus Cuernavaca (https://fb.watch/cOElZngh9f/).

En la categoría grupal se recibieron seis postulaciones: la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, el colectivo Voz de los Desaparecidos en México, el Comité 68 Pro Libertades Democráticas, el Consejo Regional Indígena y Popular Xpujil SC, el Movimiento en Defensa del Territorio y del Río Atenco, y la Unidad por Coyomeapan Sierra Negra de Puebla. El Premio en esta categoría se otorgó al Consejo Regional Indígena y Popular Xpujil SC, por su trabajo comprometido en la defensa del territorio y de los bienes comunes en Campeche. Un combate cada vez más urgente.

En la categoría individual se recibieron seis candidaturas: Aída Isela González Díaz, Esther Ámbar Escalante Hernández, Higinio Bustos Navarro, Kenia Inés Hernández Montalván, Roberto de la Rosa y Víctor Hugo Serrano Morales. Inicialmente el galardón se otorgó a Kenia Hernández Montalván, defensora de los derechos humanos de la población indígena y campesina en zonas marginadas de Guerrero. La también feminista se encuentra presa de manera injusta por su compromiso en la defensa de los derechos humanos.

Considero importante mencionar a las organizaciones, colectivos y personas candidatas, con el fin de visibilizar los esfuerzos que, frente a diversas problemáticas sociales y violaciones de derechos humanos que continúan aquejando a nuestra sociedad, son realizados y acompañados a lo largo y ancho del país. Después de anunciar el resultado, el comité organizador recibió reacciones que, lamentablemente, acrecentaban las diferencias entre las organizaciones y defensores de las garantías fundamentales. Por ello, en una reunión extraordinaria, llevada a cabo el 14 de abril, se declaró desierta la categoría individual.

Sin duda, la intención del comité organizador del premio fue respetar el compromiso de contribuir al entendimiento entre quienes luchamos por la dignidad humana y contra el origen y las consecuencias de la injusticia y la desigualdad. Será también un llamado crítico y autocrítico para las organizaciones y personas que defendemos los derechos humanos, con el propósito de consolidar y ampliar espacios de diálogo en torno a las dificultades que se presentan en las luchas sociales, y conocer las múltiples posturas que desde las organizaciones y colectivas se defienden. Todo ello, con respeto a las distintas acciones que desde diversos espacios y comunidades se animan día con día. Con ello el Comité también ha refrendado el compromiso que todos debemos sostener para conseguir la libertad inmediata e incondicional de las personas defensoras de derechos humanos injustamente presas.

En cambio, sí se reconoció con el premio al Consejo Regional Indígena y Popular Xpujil SC, que ha defendido la autonomía y libre determinación de los pueblos, a pesar de los hostigamientos denunciados por sus mismas integrantes, debido a su labor de defensa contra la imposición de megaproyectos de muerte y en la búsqueda de un buen vivir para los habitantes de la región de Calakmul, en Campeche. Como puede observarse, la lucha por la defensa de la tierra y el territorio, así como por la libre determinación y autonomía de los pueblos indígenas y campesinos, continúa siendo una tarea que pone en riesgo no sólo la libertad, sino también la vida de quienes la han asumido como una batalla por sobrevivir.

Como nota final, refiero a la invitación a la solidaridad de las actividades del Foro Social Mundial México, espacio precisamente de encuentro de diversos defensores de las garantías fundamentales, con la intención de construir un debate democrático que ayude en la tarea de articular la voz de las luchas sociales de diferentes latitudes. Después del primer encuentro, realizado en 2001, el foro caminó como un proceso mundial con propuestas y alternativas al neoliberalismo. En él convergen múltiples movimientos para dialogar sobre los retos que se enfrentan día con día en las comunidades. Podremos encontrar mayor información sobre lo que se ha discutido en el sitio web: wsf2022.org.Subir al inicio del texto