A través de la campaña “Juventudes transformando realidades”, buscamos fortalecer el apoyo a las juventudes defensoras en su labor para la construcción de un país más digno y justo.
Editoriales | Blog «La dignidad en nuestras manos» del Plumaje de Animal Político
Web original | Imagen : CDH Vitoria
Por: Danna Juárez, Cassandra Meléndez y Melissa García
16 de abril de 2021
Históricamente, las juventudes se han enfrentado a la violación sistemática de sus derechos humanos. Se les criminaliza y discrimina, se les excluye constantemente de espacios de carácter público y privado, así como de oportunidades laborales y educativas. Además de estas barreras existen también diversos prejuicios y estereotipos para etiquetar a las personas jóvenes como alborotadas, idealistas, revoltosas e inmaduras, siendo desacreditadas y muchas veces silenciadas a partir de la fuerza policial y el rechazo social a sus exigencias. A esto se suma que las personas jóvenes se enfrentan con políticas y sociedades adultocéntricas que obstaculizan que sus propuestas sean tomadas en cuenta. Y si bien existen algunas políticas públicas y programas dirigidos a las personas jóvenes, muchas de estas no están pensadas desde una mirada interseccional donde se ofrezca oportunidad a todas las diversidades de juventudes.
Debido a que el entorno de las juventudes es de violencia generalizada, con frecuencia se enfrentan a discursos discriminatorios que hacen referencia a factores como el lugar de nacimiento, la condición social, el género, la orientación sexual, así como la perspectiva tradicional de que las y los jóvenes no deben formar parte activa de la sociedad. Esto deja al descubierto que la situación para las generaciones más jóvenes en el país es cada vez más difícil, impulsando movilizaciones de todo tipo para exigir el respeto de sus derechos y convirtiéndolos cada vez más en una parte medular del grito social por justicia.
De acuerdo con cifras del INEGI, 37 de cada 100 homicidios fueron en contra de personas jóvenes en 2019. A esto se suman las desapariciones, los feminicidios, la falta de oportunidades y demás violencias estructurales que están afectando en gran medida a las juventudes. Frente a este contexto de violencia generalizada las personas jóvenes nos hemos articulado en distintos espacios para abonar a la construcción de condiciones de vida más dignas. Algunos de estos espacios nacen a partir de la defensa de los derechos humanos y los de las comunidades, desde un nivel individual hasta colectivo, en organizaciones sociales, participando en movimientos sociales y también en solidaridad con causas que nos preocupan.
En conjunto, la violencia y exclusión que sufren las personas jóvenes es generalizada. Hoy en día, con la situación de pandemia que se vive a lo largo y ancho del mundo, las posibilidades de las y los jóvenes se han visto amenazadas poniendo aún más obstáculos al ejercicio de derechos. Solo por poner un ejemplo, hay cada vez más dificultades para que las personas jóvenes puedan encontrar un trabajo formal donde reciban prestaciones sociales, cuenten con una estabilidad laboral o se les remunere con salarios dignos. Según datos oficiales del INEGI en 2020, el porcentaje de las personas de 18 a 25 años que ejercen un trabajo informal corresponde a un porcentaje de 60.16%. Por otra parte, el 70% de las y los jóvenes que laboran en México no obtiene un ingreso económico mayor de 6 mil pesos mensuales. A raíz de la pandemia aproximadamente 440 mil personas jóvenes de 15 a 29 años perdieron su empleo y no pudieron recuperarlo. Debido a la necesidad de ingresos económicos, la pandemia ha obligado a muchos a aceptar cualquier empleo sin importar las condiciones laborales.
Otros de los derechos de las personas jóvenes que se han visto más vulnerados es el de la educación. De acuerdo con el INEGI, 5.2 millones de estudiantes desertaron en el ciclo escolar 2020-21. En estos momentos de crisis sanitaria, la deserción escolar ha estado presente en todos los niveles educativos por diversos motivos, ya sea que las personas jóvenes tengan que cuidar a un familiar, no cuentan con acceso a internet o tengan que salir a buscar un trabajo para subsistir. A pesar de los obstáculos que las personas jóvenes deben enfrentar y de la incertidumbre que se instala en muchos de sus planes de vida, es necesario visibilizar que desde diversos espacios se están buscando vías para transformar las realidades y cerrar la brecha de desigualdades que existen en el país.
Frente a este contexto de violencia y desigualdad estructural, las juventudes participan de acciones como la protesta social, la educación popular, cursos, literatura, intercambio de saberes y experiencias en temas como los derechos sexuales y reproductivos, los estereotipos de género, la defensa de derechos humanos de las mujeres y la niñez o del medio ambiente y el territorio.
Una de estas formas de articulación se ha construido desde la organización que acompañamos, el CDH Vitoria, que durante 36 años ha sido un semillero de juventudes defensoras. El Centro se ha encargado de colaborar en diversos procesos de acompañamiento y formación a personas jóvenes defensoras, así como a movimientos sociales y organizaciones populares lideradas por juventudes, apostando a que la perspectiva de juventudes sea transversal en el movimiento de derechos humanos.
Hoy seguimos impulsando esta labor a través de la campaña “Juventudes transformando realidades”, que tiene como objetivo fortalecer el apoyo a las juventudes defensoras en su labor para la construcción de un país más digno y justo. Les invitamos a conocer y sumarse a esta acción que muestra que aún frente al contexto de precarización y violencia estructural, las juventudes deseamos esos otros mundos posibles.
Danna Juárez, Cassandra Meléndez y Melissa García son colaboradoras del @CDHVitoria
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