La mística de JTatik Samuel continúa animando la lucha de diversas causas sociales que buscan la construcción de paz y la transformación de las estructuras de opresión.

Editoriales | Blog «La dignidad en nuestras manos» del Plumaje de Animal Político

Web original | Imagen : Carlos Ogaz

Por: Esnayder González

5 de febrero de 2021

Con motivo del décimo aniversario de la pascua de Don Samuel Ruiz, o “JTatik” como muchas personas le seguimos llamando, se llevaron a cabo varias actividades celebradas por organizaciones, grupos y movimientos defensores de derechos humanos, que se unieron para recordar con vehemencia aquellos días en que Don Samuel trabajó al lado de ellos. De esta manera se encontraron integrantes de Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz), del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, de la Campaña Libertad y Justicia para Atenco, y de la Comisión de Mediación, por mencionar algunos.

JTatik Samuel continúa siendo un referente actual, debido a su profunda convicción por promover y buscar caminos para la construcción de paz, que van desde los ejes pastoral, eclesial y teológico, hasta la defensa de los derechos humanos, pasando por la resolución de conflictos y la mediación.

Por ejemplo, en un conversatorio convocado por Serapaz, Dolores González Saravia, Miguel Álvarez Gándara y Gonzalo Ituarte Verduzco, quienes compartieron la vida con Don Samuel, entre otras cosas recordaban las etapas del proceso de paz en Chiapas, aún no terminado, las cuales podemos seguir reflexionando hasta el día de hoy.

Como una cosecha de este ciclo de actividades con motivo del 10° aniversario de la pascua de JTatik, se presenta una síntesis de cinco lecciones que podemos aprender de Don Samuel:

  1. En 1994 el movimiento indígena de Chiapas daba respuesta a la creciente violencia estructural que experimentaban los pueblos y comunidades indígenas. JTatik Samuel fue reconocido como mediador, y de inmediato consultó las experiencias de otros obispos latinoamericanos, quienes también formaron parte de una escuela solidaria, generosa y estratégica.
  2. La mediación debe entender la paz como un proceso de acompañamiento entre las partes, y del fortalecimiento del sujeto históricamente oprimido, para así propiciar las condiciones de confiabilidad del diálogo. Se trata de una estrategia que impulsa procesos de soluciones justas y dignas.
  3. La capacidad y condiciones de mediación se sujetan a la capacidad y condiciones de diálogo de las partes. El proceso de paz necesita un diagnóstico de la conflictividad que tome en cuenta los proyectos, las estrategias y las necesidades de los sujetos implicados, y que se programe en una agenda de temática común.
  4. En el posconflicto se debe tener claridad de las condiciones de implementación de los acuerdos, en donde el sujeto demandante mantenga la exigencia de vigilancia, monitoreo y evaluación. A su vez, lo mediático no debe confundirse con la veracidad de los procesos. Más bien los medios de comunicación deben ser un vínculo para que la sociedad comprenda y participe activamente en ellos.
  5. Actualmente, las condiciones para generar procesos integrales de construcción de paz suelen ser insuficientes. Sin embargo, no debe perderse la importancia del diálogo común. Abordados correctamente, los conflictos son un motor que permiten cambios estructurales, de fondo, especialmente para los grupos que históricamente se encuentran en situación de vulnerabilidad.

De esta manera, JTatik Samuel nos recuerda que el papel de la mediación es transitorio, pero comprometido, que se hace cargo de los errores y rediseña las estrategias para el avance de los procesos. Entendida así, la mediación posee la capacidad de experimentarse como un mandato, el cual es fruto de la maduración del diálogo. Por ello la búsqueda de paz necesita el caminar que se transforma al tiempo en que maduran los procesos. No hay manera de resolver conflictos ni construir paz sin sujetos fortalecidos, sobre todo en momentos críticos y de violencia sistémica y sistemática.

Por otro lado, cabe destacar el reconocimiento y admiración que tenía Don Samuel hacia las mujeres de Chiapas, que desde lugares precisos fungieron como mediadoras y constructoras de paz.

Lo cierto es que la mística de JTatik Samuel sigue atravesando nuestras realidades con sus lecciones y memorias, y continúa animando la lucha de diversas causas sociales que buscan vías dignificantes para la construcción de paz y la transformación de las estructuras de opresión. He aquí la importancia del legado de Don Samuel, por su capacidad de diálogo en espacios tan distintos entre sí, en donde el reconocimiento de la otra persona, y de lo otro, fue fundamental para hacer de las víctimas y de las personas, pueblos y comunidades indígenas su causa primera, en tanto sujetos protagonistas de su liberación en la historia.

Con profunda admiración también hacemos presentes a obispos que, como Don Samuel, se comprometieron en la lucha y en la defensa de los derechos humanos, así como en los procesos de construcción de paz. En esta línea se encuentran Don Sergio Méndez Arceo y Don Raúl Vera. Ellos y otras tantas personas nos recuerdan que las luchas sociales son trabajos colectivos y constantes, que buscan su fuente en la diversidad para la construcción de un mundo más digno y paralelo, una construcción de paz que todavía no termina, pero que ya comenzó, porque, como decía JTatik, “lo nuestro tiene que ver con propiciar un nuevo amanecer”.

* Esnayder González es colaboradora del @CDHVitoria.

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