Este año es necesario recordar que la agenda contra la violencia hacia las mujeres no sólo debe ser una reivindicación de las luchas y los derechos de las mujeres durante el mes de marzo, sino que es un compromiso político irrestricto que va más allá de la temporada electoral.

Editoriales | Blog «La dignidad en nuestras manos» del Plumaje de Animal Político

Web original | Imagen : Angélica Díaz Molina

Por: Brenda M. Aguirre, Itzia Durán y Mariana Bermúdez

09 de marzo de 2021

La pandemia causada por el COVID-19 ha traído consigo una serie de problemas estructurales que han visibilizado las desigualdades económicas, sociales, políticas e históricas persistentes en la actualidad. Si bien, el virus ha generado miles de muertes en el planeta y la vacuna parece prometedora para su erradicación, hay un sistema que, incluso antes de la pandemia, mata a miles de mujeres en México y el mundo: el sistema patriarcal1.

A lo largo de la historia, las violencias contra las mujeres han sido la base para el mantenimiento de este sistema de dominación, desigualdad y crímenes cometidos hacia ellas debido a la ausencia del Estado para garantizarles condiciones para una vida digna. Los trabajos precarizados, salarios y oportunidades laborales dispares, los obstáculos para acceder a la justicia, la ausencia de recursos para las víctimas de violencia feminicida, la falta de confianza en las denuncias de violaciones y abusos sexuales, entre otros, son algunos de los escenarios que viven diariamente las mujeres en nuestro país.

De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), durante el 2020 se recibieron 260,067 llamadas de emergencia relacionadas con incidentes de violencia hacia la mujer, aunado a que se registraron 939 mujeres víctimas de presunto feminicidio y 2791 mujeres víctimas de presunto homicidio, lo cual representa un promedio de 10 mujeres asesinadas al día en México. Asimismo, reportó que las principales entidades con mayor número de delitos de feminicidio durante el mes de enero de 2021 son el Estado de México, Veracruz y Morelos2.

Los datos que presenta el SESNSP son contundentes, pero en la realidad, el número de casos rebasa esta información. Esto se debe a que no todas las mujeres agredidas han sido escuchadas por las instituciones y el sistema de justicia mexicano, y peor aún, hay mujeres que han sido silenciadas a través de estas violencias cuyas denuncias jamás serán escuchadas.

Las violencias estructurales se legitiman a través de un sistema que genera y perpetúa desigualdades para las mujeres mediante la impunidad que reside en  el temor de las víctimas a denunciar por la revictimización que sufren, la ineficacia del sistema de justicia, la errónea clasificación de los delitos, la falta de sensibilidad de los jueces y funcionarios públicos, así como la existencia de una política de simulación de interés por el tema, y  la falta de  propuestas que permitan transformar las condiciones estructurales que limitan el acceso de las mujeres a sus derechos.

Estas condiciones y prácticas patriarcales podrían remontarse a una serie de ideas complicadas de representar en la realidad, pero que se personifican a través de una serie de comentarios, acciones, instituciones y personas tales como el apoyo a los candidatos propuestos de cara al proceso electoral de este año.  El no reconocimiento y desprestigio de las denuncias contra los candidatos a gubernaturas, así como el silencio y la falta de posicionamiento respecto a las mujeres víctimas de violencia, solamente representan una parte de las condiciones de violencia a las que las mujeres han estado expuestas durante la pandemia. El establecimiento de las medidas de confinamiento sin perspectiva para la prevención y atención de la violencia contra las mujeres en sus hogares, habla de una falta de voluntad política para contrarestar  la violencia.

Este año es necesario recordar que la agenda contra la violencia hacia las mujeres no sólo debe ser una reivindicación de las luchas y los derechos de las mujeres durante el mes de marzo, sino que es un compromiso político irrestricto que va más allá de la temporada electoral. Estamos ante un escenario nunca antes visto donde confluyen los distintos feminismos y las mujeres se organizan para alzar la voz, una voz que se hace más fuerte año con año cuando protestamos por las que ya no están, cuando exigimos justicia para nuestras víctimas, cuando buscamos el reconocimiento de nuestros derechos.

Los movimientos feministas y de las mujeres continúan, y no van a detenerse hasta alcanzar la justicia. Hoy las redes que se forman a través del acompañamiento entre mujeres son la forma de lucha más poderosa para terminar con la violencia estructural y el silencio, resultados del pacto patriarcal. Es momento de respaldarnos como mujeres, de creernos las unas a las otras, recordando que nunca más estaremos solas, pues nos tenemos a nosotras. Seguiremos resistiendo en esta lucha para que las mujeres sigamos existiendo, porque esta estructura no se va a caer, juntas la vamos a tirar.

* Brenda M. Aguirre, Itzia Durán y Mariana Bermúdez son colaboradoras del @CDHVitoria.

1 Es un sistema histórico que se fundamenta en el dominio del sexo biológico masculino hacia el femenino a través de relaciones de poder jerárquicas en los diversos ámbitos de la vida.PUBLICIDAD

2  Cfr. SESNSP.  Información sobre violencia contra las mujeres. Incidencia delictiva y llamadas de emergencia 9-1-1. Consultado el 02 de marzo de 2021, aquí.

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