FSM: logros y retos

Sábado 20 de agosto de 2016

Miguel Concha 

El Foro Social Mundial (FSM) es un espacio que se inició de manera alternativa y opuesta al Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, en Porto Alegre, Brasil, en 2001. Desde entonces ha buscado mantenerse como encuentro mundial abierto para discutir y pensar juntos articulaciones y trabajos colectivos en torno a Otro Mundo Posible. En él convergen grupos, organizaciones y movimientos de los cinco continentes que se oponen a toda forma de opresión, sea colonial, imperialista o patriarcal, y encaminan sus trabajos a la emancipación y transformación del sistema capitalista actual. Quienes llegan a esta cita mundial se asumen comprometidos con la construcción de una sociedad planetaria, orientada hacia una relación justa entre los seres humanos, y de éstos con la Madre Tierra. Este 2016 se realizó del 9 al 14 de agosto en la ciudad de Montreal, Canadá, donde se dieron cita para reflexionar y detectar los retos que a nivel mundial tenemos en las luchas y resistencias sociales, alrededor de 35 mil personas de por lo menos 125 países, quienes se congregaron en torno a 13 temas, entre los que podemos mencionar los procesos colectivos contra la dictadura de las finanzas, la imposición de los nuevos y ampliados tratados de libre comercio y la oposición al patriarcado, la xenofobia y los fundamentalismos.

Se trabajaron también temas relacionados con la situación actual de los derechos de los trabajadores, las migraciones a nivel mundial y, claro está, se compartieron experiencias locales y globales que buscan visibilizarse como algunas de las alternativas económicas, sociales, solidarias, artísticas, de comunicación y movilización, para seguir pensando y creando esos otros mundos posibles. Es, sin duda, un espacio único que convoca a la diversas resistencias y luchas progresistas, altermundistas y de izquierdas, en el que estuvieron también presentes integrantes de diversas redes de México, como la Convergencia de Organizaciones Sociales y Ciudadanas México Mejor Sin TPP. Para este año el FSM logró por primera vez ese intercambio en un país del Norte, lo que confirmó una idea hace tiempo compartida: la crisis es generalizada, no solamente en el Sur, sino también en ese otro punto geográfico. Es decir, que existe Sur Global en los diversos hemisferios. Baste mencionar en esta ocasión las participaciones de los pueblos originarios de Canadá, que denunciaron el despojo al que son sometidos. Durante el Foro se subrayaron también las formas en que esta crisis sin precedente afecta en sus diferentes dimensiones la vida, perjudicando incluso a quienes por mucho tiempo no habían resentido del todo los embates de un poder que acumula en unos cuantos oportunidades y riquezas, dejando sin posibilidades al resto.

Se ratificó entonces que son necesarias las relaciones de solidaridad entre el Norte y el Sur, y viceversa. Sin embargo, en el interior del mismo FSM y de procesos globales de emancipación gestados en diversos pueblos y países, tenemos retos considerables. Uno es que la experiencia del Foro se amplíe a más sectores, mantenga la participación de los movimientos sociales y convoque nuevos actores emergentes en las luchas por la vida, los bienes comunes y los derechos humanos. Es importante también que se mantenga la organización de este encuentro mundial, tan necesario para entretejer esperanzas y resistencias. Ahora le toca al Consejo Mundial del FSM reflexionar a profundidad sobre lo más conveniente para futuros esfuerzos de articulación de esas dimensiones, aunque por otro lado tenemos una apremiante invitación a globalizar nuestras luchas. Es decir, a que las narrativas contrahegemónicas se basen en reconocer las peculiaridades de las resistencias comunitarias localizadas en diversos territorios del mundo, de abajo hacia arriba. Y, a modo de autocrítica, para ello es también necesario reconfigurar una globalización subordinada y dependiente de los países del Norte, con perspectivas neocoloniales, como la que tenemos en los del Sur, e incluso en el interior de los movimientos y organizaciones sociales, redes solidarias, y fuerzas partidistas progresistas de los países del Norte.

Es decir, se nos presenta el reto de transformar en todo el planeta toda aquella relación que por mínima que sea avizore actitudes patriarcales o neocoloniales basadas en distinciones de raza, etnia, condición social o género, sin pasar necesariamente por el tamiz del cuestionamiento a los privilegios que este sistema hegemónico genera en unos, colocándolos por encima de los otros. Ejemplo fue que tan sólo intentar asistir esta vez al FSM puso en evidencia el sistema inequitativo en el que vivimos, pues alrededor de 200 activistas del Sur –de África y América Latina– no obtuvieron una visa para acudir a este encuentro, por la dura política migratoria del país anfitrión. Sin embargo, cuestionar las ventajas que algunos pueblos del Norte tienen, no debe ser motivo de división, sino de reconocimiento de la complejidad a que nos enfrentamos, con el ánimo de lanzarnos a interpelar con mayor profundidad la estructura que mantiene esas relaciones de desigualdad y dominación. Hoy, cuando la crisis del sistema capitalista repercute también en el Norte, y todavía más en el Sur, no debemos luchar solamente por nuestras conveniencias particulares, y menos aún para sostener nuestros privilegios, sino para transformar de raíz este sistema que ha sometido y despojado históricamente al Sur, como lo hace ahora en el Norte. Por ello, la lucha y la resistencia son globales, aunando esfuerzos para desmantelar las relaciones de explotación, despojo y opresión en las que todos vivimos. El reto ahora es que todos nos relacionemos horizontalmente, para construir transformaciones globales en el mundo.

Consultar artículo en La Jornada.

Imagen destacada (modificada): FSM

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