Quinta Jornada Mundial de los Pobres

Para Francisco el lugar de los pobres no son las puertas de las iglesias, como ocurre hasta nuestros días, sino el corazón de la misma Iglesia, y por ello convoca a los católicos a no mirar para otro lado, a no tener miedo de mirar de cerca el sufrimiento de los más débiles.

Memorias y lecciones de Jtatik Samuel Ruiz

La mística de JTatik Samuel continúa animando la lucha de diversas causas sociales que buscan la construcción de paz y la transformación de las estructuras de opresión.

CDH Vitoria, 36 años de transformaciones compartidas

Cada año de trabajo nos recuerda que reconocemos al otro o a la otra como parte de nuestras historias y vidas. Es cuando tomamos partido y nos hacemos parte de los trabajos y esfuerzos por la dignidad, la justicia y la paz.

36 aniversario CDHVitoria

Hoy es un día significativo que se dispone a hacer memoria para recordar el año de 1984, espacio-tiempo habitado por un contexto latinoamericano complejo y desafiante que a través de distintos tratos crueles e inhumanos obligó a cientos de personas a  exiliarse por su actuar político, viéndose en la necesidad de buscar un refugio para vivir tranquila y dignamente. México fue uno de esos hogares que brindó un recibimiento cálido y transgresor ante una realidad violenta. Los distintos encuentros se convirtieron  en semilleros para trazar caminos que han sido fuente de inspiración para el actuar político y místicas del Centro de Derechos Humanos “Fray Francisco de Vitoria” (CDH Vitoria).  A lo largo de estos 36 años han sido diversas las generaciones de personas activistas, luchadoras sociales y defensoras quienes han puesto el corazón, creatividad y apuestas políticas, permitiendo así trazar una larga historia de experiencias organizativas que dan cuerpo y vida a la historia del CDH Vitoria. Asimismo, es con las personas, grupos, comunidades, víctimas y sobrevivientes con quienes hemos aprendido a caminar colectiva y sentidamente para acuerpar y reconocernos desde la diversidad de luchas y resistencias. El 2020 ha sido un año muy significativo y de muchos pensares cuya intención es abonar al  fortalecimiento de las condiciones internas que permitan construir un espacio político digno y en congruencia con las causas sociales que se acompañan. Como organización estamos viviendo cambios importantes que responden a reflexiones profundas e interpelaciones necesarias para el  continuar sostenible de las apuestas políticas acompañadas por organizaciones y movimientos sociales. Los distintos  diálogos se han situado desde la crítica y autocrítica responsable que apela a la construcción y el cuidado colectivo, y de los cuales hemos reiterado que la comunicación y la confianza son la base para continuar con nuestras acciones en distintos niveles. De igual forma, el llevar los resultados de estas reflexiones y diálogos a la práctica es un ejercicio esencial para la construcción de un mundo más justo y digno para todas y todos. Es por lo anterior que, desde un ejercicio de confianza, transparencia y rendición de cuentas, compartimos con ustedes el Primer Informe de Fortalecimiento Institucional. Para nosotrxs es más que un documento, pues en este se intenta dar cuenta de un momento que nos interpeló e invitó a pausar para mirarnos al interior y ante esas reflexiones preocuparnos y ocuparnos para dar continuidad a las distintas apuestas políticas. (Consultar). Sin duda, la labor de defensa está permeada de muchas complejidades y más en un contexto donde existe una grave crisis de derechos humanos; sin embargo, a pesar de los retos que se presentan es vital continuar fortaleciéndonos como espacios organizativos que permitan el florecer digno y seguro para las personas acompañantes. Reconocemos que aún nos queda un largo camino por continuar, un camino de reflexiones inacabadas y acciones por construir; sin embargo, también reconocemos y agradecemos por los años que hemos pasado, por las personas que han caminado y continúan haciendo posible el entramado solidario y político que nos permite construir esos otros mundos posibles, haciendo vida de las distintas convicciones políticas.  Atentamente: Equipo del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria O.P. A.C.

La justicia social que defendemos

Editorial | La dignidad en nuestras manos en Animal Político  📰 24 de marzo de 2020 Por: Beatríz Rivero* Para el Centro Vitoria, Justicia Social ha sido un sin número de preguntas que han alumbrado un camino comprometido con “las y los condenados del mundo” desde hace treinta y cinco años.  La Justicia Social que defendemos ha sido una actividad mística y ética de acompañamiento político y social a las causas de los pueblos, para dignificar la vida a través de los derechos humanos como herramienta de liberación y búsqueda de democracia. Ha sido un esfuerzo consciente de construir puentes con las luchas de otras personas y es hoy también el aprendizaje que conlleva la politización de lo personal para continuar caminando colectivamente por la verdad, la memoria, la erradicación de toda forma de discriminación a las diferencias, por la libertad, la justicia territorial, por la vida toda. A lo largo de estos treinta y cinco años el Centro Vitoria ha sido escenario de cambios y sinergias en clave intergeneracional de los propios movimientos y las y los sujetos políticos que enfrentan la violencia estructural y sistémica del Estado mexicano. Hacia adentro, también ha sido un espacio de aprendizaje y compartición de experiencias de participación política de diversas juventudes comprometidas con la labor de defensa de los derechos humanos, al mismo tiempo que ha sido parte activa del surgimiento y consolidación del movimiento de derechos humanos en el país. Esta experiencia de “diálogo con la diferencia” ha sido más que enunciativa, significativa como herramienta de comunicación práctica del quehacer cotidiano de defensa y promoción de los derechos humanos, y en este sentido, uno de los pilares en la búsqueda y construcción colectiva de la Justicia Social, esa que por ser diversa, más no relativa, requiere para su exigibilidad jurídica y social la participación activa de amplios sectores de la sociedad: las víctimas de las violaciones a los derechos humanos, los pueblos y comunidades indígenas, movimientos campesinos, obreros, artistas, mujeres, movimientos LGBT+, periodistas, la academia comprometida y crítica,  la sociedad civil organizada, los organismos internacionales no gubernamentales, entre otros igual de importantes. Es así que la justicia social que defendemos ha sido, obligadamente, contraparte de las violaciones a derechos humanos de las últimas décadas. Es heredera y baluarte de las luchas contra la represión y la impunidad de México y Centroamérica en las décadas de la Guerra Sucia y las dictaduras latinoamericanas;  de la defensa contra casos de tortura, detención arbitraria, desapariciones forzadas y violaciones a los elementos del debido proceso; es respuesta organizada frente a las violaciones a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA), principalmente los relacionados por la tierra y el territorio, el agua, la vivienda y el medio ambiente; es bandera contra toda forma de  discriminación, es milpa por el derecho a la alimentación y la defensa al maíz como pilar de la soberanía alimentaria y defensa territorial; es verdad, reparación del daño y garantías de no repetición para expresiones de violencia extrema contra las mujeres; es también el derecho a defender derechos desde un claro posicionamiento donde las juventudes acompañan y sostienen junto con otros y otras, procesos de lucha social diversos e igualmente necesarios. Frente a un contexto de grave crisis de violaciones a los derechos humanos en el país, como expresión de la crisis civilizatoria a nivel global, quienes hoy conformamos el Centro Vitoria nos reconocemos como parte de este continuado proceso de hacer de la Justicia Social, conquista y camino de los pueblos, el cual se nutre lo mismo de los aprendizajes adquiridos como de la experiencia colectiva, de los desafíos que siempre plantea la autocrítica individual y colectiva del presente construyéndose continuamente. Hoy, ante la deshumanización de las, los, lxs otrxs, la justicia que defendemos sustenta su potencial radicalidad en el diálogo, en el ánimo de abrazar lo que tenemos en común y de asumir como fortaleza lo que no es así, de modo que el ejercicio de nombrar y asumir las contradicciones de nuestras historias no sean motivo de desplome, pero tampoco de permanente cinismo. La justicia social que hoy defendemos está convencida, más que nunca, que debe ser puente de construcción de un mundo en el que, como dijeran en el Sur, quepan todos los mundos posibles, y por tanto, incisiva en seguir construyendo una narrativa  de lucha social abiertamente intergeneracional e interseccional. *Beatriz Rivero es colaboradora del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria O.P. A.C. (@CDHVitoria). Consultar artículo en Animal Político. Imagen destacada: Angélica Díaz

Una reflexión sobre las luchas de las mujeres

13 de marzo de 2020 Por: Viridiana Martínez, Leslie Joryet y Angélica Díaz* La fecha del 8 de marzo nos muestra la continuidad de reflexiones, encuentros, diálogos y exigencias históricas que desde diversos horizontes de luchas nos recuerdan a nuestras ancestras que buscaban mejoras en las condiciones sociales para las mujeres y que aún continúan sin ser una realidad plena, por ello la organización, la digna rabia y la palabra hacen ecos para seguir cuestionando políticamente y exigiendo el no retroceso de los derechos de las mujeres y la plena garantía de los mismos. Estos tiempos se encuentran atravesados por violencias y discriminación extremas, incrementando la brecha de desigualdad, y  creciendo exponencialmente la violencia feminicida contra niñas y mujeres; negando las posibilidades de proyectos de vida, sueños y esperanzas a cientos de nosotras que enfrentamos día con día entornos hostiles por sus estructuras patriarcales y machistas. Ante esta grave situación, diversas mujeres desde diferentes trincheras y espacios hemos emprendido un camino organizativo de exigencias que ha florecido debido a los acompañamientos, escucha, compartición de experiencias, construcción de herramientas y reflexiones colectivas que permitan abrazarnos y debatir sobre lo que nos atraviesa y preocupa cotidianamente. Sin embargo estas revoluciones no han sido del todo posibles por la criminalización, estigmatización y narrativas que se han instalado en el imaginario social, descalificando las luchas políticas de la diversidad de mujeres que exigimos respeto a la memoria y dignidad de todas nuestras compañeras víctimas y sobrevivientes que han encarnado cotidianamente violencias extremas. La lucha de las mujeres no solo se ha gestado en las calles, es una constante batalla en todos los ámbitos de la sociedad, desde el 2018, los movimientos  de mujeres  a nivel mundial han tenido un fortalecimiento notable, visibilizando expresiones y cuestionando las formas en las que se aborda social y culturalmente la violencias hacia las niñas y mujeres en el mundo. En el caso de nuestro país se ha instalado un debate político ficticio que no supera el eterno cuestionamiento hacia las víctimas, contrario al propio sistema de atención y procuración de justicia y políticas públicas carentes de perspectiva de género y derechos humanos. Las acciones de estos días exigen pensar en todas las expresiones de violencia que además del  feminicidio, abarcan el ámbito privado, y todas aquellas prácticas cotidianas que violentan sistemáticamente, incluso aquellos lugares que intentan generar ejercicios de reflexión tendremos que repensar la cotidianeidad. Ante ello, estamos en un momento coyuntural en el que exigimos que todas las mujeres que habiten o transiten por el país lo hagamos en condiciones de dignidad como un derecho de todas a vivir una vida libre de violencia, así como el respeto a la memoria, acceso a la verdad y justicia y medidas de no repetición que busquen acciones transformadoras en todos los espacios y niveles de responsabilidad. Las revoluciones como movimientos vivos, tienen la posibilidad de apelar a habitar los espacios más cotidianos tomando la ternura, palabra, mirada y autocrítica como horizontes que posibiliten nuevas condiciones para construir desde las cenizas. Abrazamos a todas las mujeres de todas las geografías, de todos los calendarios, de todas las expresiones y orientaciones sexoafectivas, deseando que nuestras diferencias sean fortalezas para continuar resistiendo y re-existiendo. *Viridiana Martínez Ortíz, Leslie Joryet y Angélica Díaz son colaboradoras del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria o.P. A.C. @CDHVitoria. Consultar artículo en Animal Político. Imagen destacada: Angélica Díaz

Relevo en la Coordinación General del CDHVitoria

El Centro de Derechos Humanos “Fray Francisco de Vitoria O.P.” A.C. es una asociación civil de la Orden de Predicadores en México, sin fines de lucro e independiente de cualquier partido político. Por tres décadas y media nuestro trabajo se ha enfocado en la difusión, educación, investigación, promoción y defensa legal de los derechos humanos de forma integral y multidisciplinaria, en particular de los sectores más vulnerabilizados y discriminados. Por este medio, el equipo del CDHVitoria informamos a las organizaciones, articulaciones sociales, espacios institucionales y sociedad en general, que tenemos un relevo en la Coordinación General de esta organización. Queremos agradecer en primer lugar a Carlos A. Ventura Callejas, Coordinador General del Centro hasta ahora, quien continuará participando en la defensa de derechos humanos y la organización social desde otros espacios y quien al finalizar 2019 ha terminado su responsabilidad en dicho cargo luego de ocuparlo por tres años, además de participar por otros cinco años como colaborador, acompañando logros institucionales fundamentales y compartiendo su experiencia y en procesos en los que el CDH Vitoria es parte. De la misma forma, agradecemos y resaltamos su solidaridad y acompañamiento al equipo en valiosos ejercicios de crítica y autocrítica que han permitido la construcción de diversos procesos encaminados al fortalecimiento interno de la organización. Al mismo tiempo, compartimos con todas y todos que a partir de este mes de febrero de 2020, la Coordinación General estará a cargo de Esmeralda García Rivero, quien ha venido colaborando en esta organización desde la coordinación del Área de Fortalecimiento Institucional, participando en procesos fundamentales para el Centro Vitoria y trabajando en el robustecimiento de las capacidades de la organización con la intención de tener una más amplia capacidad de alcance con las instancias de la sociedad civil y movimientos sociales con los cuales colaboramos. Este cambio en la Coordinación General reafirma nuestra apuesta colectiva por la defensa integral de los derechos humanos desde una postura política crítica y transformadora, también con el compromiso que debe fortalecerse desde la perspectiva del cuidado y el ánimo de seguir colaborando en la construcción de procesos de liberación, ajenos a toda forma de opresión y discriminación. En el CDHvitoria estamos convencidas y convencidos de que este relevo fortalecerá el trabajo que ya se viene realizando en acompañar de manera sensible y comprometida a las personas, comunidades y grupos que están construyendo espacios de defensa de derechos humanos y resistencia frente la crisis de derechos humanos que persiste en nuestro país y la región. En la actualidad, el equipo del CDHVitoria está conformado por alrededor de 25 personas, la mayor parte jóvenes, que colaboramos en procesos como la Escuela de Personas Jóvenes Defensoras de DH (que este año alcanza su 18va generación), el seguimiento e implementación del Programa Nacional de Derechos Humanos (2019-2024), la solicitud de la Alerta de Género en la Ciudad de México, así como la organización e implementación de diversas acciones de educación, formación y acompañamiento integral a personas defensoras de DH, víctimas y sus familiares, así como con movimientos sociales y organizaciones populares. La comunicación con la Coordinación General será a través del correo electrónico coordinacion@derechoshumanos.org.mx y del teléfono 56596797 ext. 227. Nuestra solidaridad está en los procesos colectivos donde se colabora en la construcción de Otro Mundo Posible. Les enviamos un cordial saludo. Atentamente: Equipo del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria O.P. A.C. [siteorigin_widget class=»SiteOrigin_Widget_Headline_Widget»][/siteorigin_widget] [siteorigin_widget class=»SiteOrigin_Widget_PostCarousel_Widget»][/siteorigin_widget]

Ignacio Ellacuría y los pobres

Sábado 16 de noviembre de 2019 Miguel Concha  Como informé en mi colaboración anterior, hoy se cumplen 30 años de la matanza de seis jesuitas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San Salvador (UCA), y de sus dos trabajadoras domésticas. Recordé también que según un informe de la ONU de 1993, el principal objetivo de la agresión era Ignacio Ellacuría, filósofo, teólogo, analista político y rector de la UCA, a causa de la rabia que le causaban a la oligarquía salvadoreña sus explicaciones estructurales sobre el origen de la injusticia y la violencia, a pesar de que por razones particulares éticas y teológicas él siempre tuvo reparos frente a la violencia física revolucionaria. Por la trascendencia de este acontecimiento en la memoria de los pobres del continente, pensamos que su conmemoración no puede pasar desapercibida en El Salvador, en México y en toda América Latina. Ignacio Ellacuría fue un gran mediador del conflicto armado salvadoreño. Pugnó siempre por el diálogo entre el gobierno y el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, la entonces fuerza guerrillera y hoy partido político que ha llegado a gobernar ese país, tras firmar la paz en el Castillo de Chapultepec, tres años después de la masacre de los jesuitas. Para el proceso de paz salvadoreño, el legado de Ellacuría no puede entenderse sin la vigencia de su pensamiento teológico y filosófico, pues Ellacuría creía en una paz con justicia social. Además, como creyente, veía en los pobres del continente el rostro del Cristo Crucificado por la opresión de las estructuras económicas, sociales, políticas y culturales. Como aporte original, en su tiempo como rector impulsó la cátedra de la Realidad Nacional, que hoy lleva su nombre y se imparte en muchas universidades jesuitas y no jesuitas en varios países de Iberoamérica. En esas sesiones se hacía un agudo análisis de las razones que dan cuenta de las injusticias que se cometen contra los pobres por razones ideológicas e intereses económicos y políticos particulares. Su formación filosófica le enseñó a buscar la verdad de las intenciones de quienes dicen trabajar por el desarrollo, pero esconden intereses que benefician a unos pocos, en detrimento de las condiciones de vida de las mayorías populares. El legado de Ellacuría en teología y en filosofía puede resumirse en las frases, que retomando al filósofo vasco Xavier Zubiri, desarrolló en sus escritos: hacerse cargo de la realidad (momento noético), cargar con la realidad (momento ético) y encargarse de ella (momento práxico). Lo que significa reconocer las injusticias del mundo a través del análisis, asumirlas como inaceptables y hacer algo para cambiarlas. Una obra, como la desarrollada por él, es en sí misma de gran actualidad, porque pretende desentrañar analíticamente las claves de esa realidad, para transformarla en beneficio del pueblo crucificado. En El Salvador de hoy, como en México y en muchos países de América Latina, las condiciones sociales y económicas son prácticamente las mismas: una enorme desigualdad social, en la que millones de personas viven en condiciones de pobreza y sufren violaciones de sus derechos humanos, que contrasta con una pequeña minoría que acumula riquezas y provoca de facto la imposibilidad de una verdadera democracia, y la impunidad por sobre el poder mismo del Estado. Como recién dijo Lula, es lamentable que América Latina tenga una élite económica que no sabe convivir con la democracia. La región vive hoy en medio de una globalización económica, en la que el crimen organizado –narcotráfico, trata de personas y delitos de cuello blanco– juega un rol preponderante y profundiza esta polarización social en los distintos países, imponiéndose en los territorios a través de la fuerza y de las armas. La exclusión social que viven niños, mujeres, jóvenes y adultos mayores, frente a las escasas oportunidades de empleo y las pocas posibilidades de reconstrucción del tejido social, se expresan en la migración y la sobrevivencia de sus familias. El análisis de las condiciones de vida de los conflictos específicos que viven las mayorías populares, puede haber cambiado respecto a los conflictos armados de los años 70 y 80 del siglo pasado. Pero los intereses rapaces delas grandes corporaciones, el neo-extractivismo, el desarrollo de ne-gocios en telecomunicaciones, el propio narco, y el tráfico de personas y armas, al amparo del poder político, siguen el mismo patrón de acumulación capitalista, con unos pocos beneficiados y unos muchos excluidos, enajenados y oprimidos. El método, el pensamiento y la obra de Ignacio Ellacuría siguen vigentes para analizar lo que nos está pasando. Sin embargo, habrá que buscar releer sus escritos con nuevos ojos, para desentrañar cómo podemos salir de la barbarie en la que nos encontramos. Consultar artículo en La Jornada. Imagen destacada : Reuters